lunes, 18 de julio de 2016

QUIENES SOMOS


El P. José Tous y Soler, que nació en Igualada ( Barcelona) e ingresó en la Orden Capuchina, fue ordenado sacerdote y exclaustrado en 1835, por el Gobierno de Mendizábal, pasó ocho años en el exilio en Italia y Francia, regresó a Barcelona en 1843.


Fue el hombre enviado por Dios para anunciar a los niños y jóvenes el mensaje salvador de Dios y para ello fundó en la villa de Ripoll (Gerona) el 27 de mayo de 1850 el Instituto de HH. Capuchinas de la Madre del Divino Pastor.
El 27 de mayo de 1850 el Padre José Tous y Soler, confiando en el beneplácito
 de Dios, se lanzó a una audaz historia que nos legaría un rico patrimonio cultural y espiritual, poniendo los cimientos en Ripoll. Fue en esta villa donde el Venerable Padre, hombre intrépido y sencillo al mismo tiempo, firme y alegre –bajo el manto azul de la Madre del Divino Pastor- inició una obra que daría mucha gloria a Dios y que tendría un futuro prometedor, primero en Cataluña y después en otros lugares del mundo.


El 17 de marzo de 1850 el Obispo de Vic aprobó el Instituto y las hermanas comenzaron la vida comunitaria regidas por las primeras Constituciones que el P. José Tous redactó según la espiritualidad de Santa Clara. La M. Remedio quedó como cofundadora ya que las otras dos hermanas que con ella iniciaron la vida de comunidad, no perseveraron.
El año 1858 las hermanas dejaron Ripoll y se instalaron en Capellades, lugar que quedaría como cuna del Instituto. En la expansión del mismo no faltaron contratiempos ni dificultades, pero el virtuoso Padre continuó con fidelidad, amando y desviviéndose por la obra que Dios la había confiado.
En la actualidad al Instituto cuenta con casas en Cataluña, Murcia, País Vasco y Madrid En cuanto a Iberoamérica: Nicaragua, Costa Rica; Guatemala, Colombia y Cuba en el Caribe.

Siguiendo las palabras del P. José Tous: “Id llevando a vuestro paso la Paz y el Bien”, actualmente nuestra labor pastoral en el marco de la educación, tiene como objetivo llevar el mensaje evangélico de la enseñanza dando a nuestros alumnos la visión cristiana del mundo y la posibilidad de establecer un diálogo coherente entre fe y cultura. Además de este apostolado estamos integradas en la pastoral diocesana, catequesis, formación de catequistas, asistencia a jóvenes universitarias en residencias, acogida de grupos en centros de espiritualidad y voluntariado, formación de maestros rurales y apostolado a través de medios audiovisuales y la prensa, según las necesidades y posibilidades de las diferentes diócesis en las cuales estamos incardinadas.
Así pues, el soplo del Espíritu que impulsó al Pedagogo igualadino continúa asistiendo al Instituto, dando gloria a Dios en cada uno de sus miembros y en el apostolado al cual nos dedicamos.

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